Después de este paréntesis veraniego donde cunden los deseos de escribir, pero faltan las ganas de hacerlo, ha llegado el momento de empezar, otra vez, a dejarse caer como las hojas de los árboles de esta nueva estación de otoño.
Como uno es curioso y amigo de informaciones (no tanto de hacer «favores», no confundamos), ha llegado una de esas noticias que a uno le hacen estremecer de alegría ya que la recién estrenada oposición de nuestro ayuntamiento ve de manera necesaria «rescatar progresivamente los restos de diferentes épocas todavía sin restaurar» y claro, ésto como se consigue…tirando un almacén municipal adosado a la muralla junto a la puerta de Zaragoza.
No se crean que me voy a poner en plan sarcástico a defender esa construcción horrenda que además desconocía que fuera de propiedad municipal, pero casualmente la muralla que se sitúa detrás y encima de dicho almacenillo hace ya unos meses que quedó decapitada por quién sabe y en su lugar fueron colocadas unas vallas metálicas (les paso el enlace donde viene todo esto).
Yo he llegado a la conclusión de que quieren que realce más la casa de al lado que es uno de esos paradigmas de la arquitectura moderna, arco triunfal, color grisáceo, patio de vecindad, ausencia de alero, ventanas colmena…vamos, lo que se dice una maravilla…o que quizá entre los señores de la oposición hay alguna tendencia al minimalismo en cuanto a espacios abiertos, aluminio y cristal, sí, esas «modernidades» de los sesenta…»tormenta de ideas» es lo que se llama esto, espero, en este caso, que la tormenta no nos arrastre otra vez.