Las tradiciones, en un mundo cambiante como es este, pasan como llegaron y, o bien podemos apoyarlas dentro de nuestas posibilidades, o bien dejar que se pierdan. Calatayud no se encuentra ajeno a esta vida globalizada y copia unas tradiciones y abandona otras por el pasar de las modas y de las personas que las sustentan pero debíeramos plantearnos qué es lo que realmente queremos construir como pueblo e incluso qué rentabilidad queremos sacar de la visita cada vez mas curiosa de nuestros turistas. Si bien nuestros gobernantes han dejado perder toda la esencia del casco antiguo destrozando por doquier, la población tampoco parece convencida de la participación en ciertos eventos que son únicos o que nos identifican y diferencian de los demás aunque sea de cara al exterior simplemente. Todavía me sorprende que actos como el Rosario de Cristal o la procesión del Santo Entierro el día de Viernes Santo se queden esperando año tras año a salir de manera completa a la calle, es como una especie de mezcla entre apatía, miedo al qué dirán, al ser diferente…prometo que no entiendo muy bien las razones de ver cortejos repletos de encapuchados sosteniendo su tambor o de baturras llevándose a sí mismas mientras se quedan los faroles del Rosario de Cristal amontonados porque nadie quiere sacarlos. Las respuestas simplemente se pueden encontrar preguntando a cualquiera pero tampoco tiene sentido que una no quiera vestirse de sibila y luego vaya vestida de mora para las alfonsadas arrastrándose con una copa de plástico en la mano. Yo pienso en el visitante que viene y quiere ver un pueblo volcado en esas cosas que yo referenciaba que «nos hacen únicos»; tenemos el Rosario de Cristal más antiguo de Aragón, una Semana Santa curiosa, antigua, especial…y al final lo único con lo que te acabas topando son con hileras interminables de personas haciendo lo mismo, vistiendo igual y tocando un tambor o llevando un abanico…mi opinión personal es que hagamos caso al diablo mundo, que dejemos que esa realidad nos arrastre y que la apatía nos invada tan por completo, que no queramos ni sostener uno de esos bellos faroles de cristal decimonónicos de nuestros bisabuelos, ¡encerrémoslos!, ¡cerremos los baúles donde se guardan esos trajes que adornan nuestra semana santa y abramos un barril de cerveza! para , con un vaso de plástico en la mano, brindar por lo único que merece la pena en este pueblo, !el beber¡…
oleeee
oooooleeeee
a beberrrrr
JAJAJA
Tremendo!!! Me encanta!