Pasear por las calles de del Casco Antiguo de Calatayud es cada vez más triste. A veces se pregunta uno porqué ama tanto una ciudad de la que pronto no quedaran ni los recuerdos, hasta eso se va perdiendo.
Atrás han quedado los tiempos de destrucción, quizá, para lo único que ha servido esta crisis tan cruel, para parar algunas sinrazones. A pesar de eso, nada ha cambiado, volver la vista hacia arriba es ver cientos de pisos vacíos, casas con las puertas rotas, carteles de “Se vende”, aleros a punto de demoronarse, plazas enteras sin vida, calles fantasma etc. Mirar hacia el frente no es muy halagüeño tampoco porque las calles han sido siempre iguales pero el volumen de los coches es cada vez mayor por lo que pasear, se convierte en un acto de fe, no digamos ya con un carrito; aceras por las que no se puede andar sin pararte (como en las calles Amparados o Gracián), coches subiendo a estas mismas aceras pasando a escasos centímetros de ti, un uso abusivo del vehículo particular en una ciudad que puede recorrerse de norte a sur en veinte minutos. No se preocupen, la mayoría de los que conducen no son personas de edad que tienen algún problema de desplazamiento…
El problema que tenemos en este país, y yo particularmente voy a ceñirlo a mi ciudad bilbilitana, es el absoluto desprecio que existe hacia toda la cuestión de patrimonio histórico-artístico o paisajístico. Creemos, con un pensamiento decimonónico y caduco, que modernizar y progresar es destruir todo lo anterior y hacerlo nuevo. En algunos sitios he escuchado que tiene que ver con nuestro carácter de pueblo mediterráneo, pero visitando Italia, uno se da cuenta que eso no va con la raza, porque los italianos cuidar no cuidarán pero destruir tampoco, eso es verdad. ¿Por qué evitamos hablar de la creación de riqueza que produciría estar más atentos a la conservación de lo nuestro?, y cuando hablo de lo nuestro no hablo sólo de las iglesias, diezmadas durante siglos, sino de la misma estructura urbana, nuestras tradiciones o nuestro entorno más cercano.
Calatayud, precisamente, ha recibido hace poco uno de esos mazazos que hacen que la gente se muestre cabizbaja y pesimista, el cierre de una conocida fábrica de nuestra ciudad que va a dejar en el paro a cientos de familias, es una noticia terrible, de dimensiones ingentes para una ciudad tan débil y ya de por si castigada como la nuestra, en lo que a desempleo se refiere. Pocos ven esperanzas en la implantación de nuevas industrias en un país condenado al sector terciario (de servicios), por este nuevo devenir de los tiempos que pocos parecemos entender.
Estando en este nuevo orden de cosas ¿no sería conveniente hacer de nuestra Bílbilis una verdadera ciudad enfocada al turismo?, ¿no es lógico conservar lo que tenemos?. Duele oír de personas que han estado en Calatayud que tenemos una ciudad fea pero, ¿qué quieren que piensen cuando ven destripada la plaza de España llena de solares o de basura o cuando ven la plaza de san Andrés rodeada de escombros y de preciosas casas totalmente abandonadas?, ¿como quieren encontrar la belleza al hacer una foto a una iglesia cerrada desde el ángulo de una casa de la que cuelgan cientos de cables de alta tensión?, ¿Cómo queremos diferenciarnos de otras ciudades demoliendo nuestra arquitectura tradicional y sustituyéndola por casas uniformes, con cuatro balcones recreados, echando por tierra manzanas enteras para no se sabe qué especulaciones?. Una ciudad atractiva para un visitante no es una ciudad nueva con una Iglesia cuidada en su centro, una ciudad que realmente merece la pena visitar cuida la totalidad de su Casco histórico como algo que va a pertenecerle no sólo a él sino a las generaciones que vengan detrás de él…(Continuará).