Cuando llegan estas fechas del estío y el calor no deja lugar al descanso, siempre podemos optar por la opción más tradicional y placentera: los veladores.
Las terrazas o veladores de Calatayud ocupan varias zonas del casco urbano, pero quizá, los más populares son los del Paseo Cortes de Aragón, o simplemente, «El paseo».
Si bien es cierto que cada habitante de Calatayud guarda preferencias por unos u otros ,dependiendo del nivel de independencia o tranquilidad que quiera alcanzar en sus confesiones veraniegas (los hay más discretos como el paseo San Nicolás Francia, o «La redonda» por ejemplo); los del «Paseo» suelen ser el lugar ideal para ver y ser visto en esta pequeña ciudad con rasgos de capital de frontera.
Si usted es visitante de una gran urbe quizá juzgue nuestro lugar de encuento por excelencia más como un bulevar que como un paseo, pero ese término quizá se nos antoje demasiado lejano y exquisito.
Si bien un día les hablaré de las transformaciones y cambios de nombre que ha sufrido nuestro querido «Paseo», hoy voy a hablarles brevemente del arte de refrescarse el gaznate en el que los bilbilitanos somos tan expertos. Si usted es visitante o nacional, da igual, les aconsejo que a última hora de la tarde, cuando el sol ya empieza a declinar, se sumerjan en el bullicio del paseo Cortes de Aragón. Tomen posiciones en un velador (o terraza) en el bar que más les apetezca, y, en cuanto el amable y rápido servicio se les aproxime pídanle con prestancia una cerveza con granizado de limón. El Roma, el Milán o el Baviera, por ejemplo, las ofrecen buenas y refrescantes, cada una a su estilo, y, aunque la bebida no es un invento nuestro, les prometo que son de las mejores que hay.
Antiguamente, a principios del siglo XX, los bilbilitanos aplacaban su sed veraniega con bebidas como el salsifí. El salsifí era producto de la cocción de una hierba llamada «Escorzonera hispánica», que al enfriarse creaba una bebida muy adecuada para las fechas en que nos encontramos. El salsifí se perdió, por desgracia, pero tenemos para sustituirlo uno de esos pequeños placeres que uno puede permitirse cuando visita Calatayud, la cerveza con granizado de limón, no se la pierdan.
Te leo y me vienen a la mente relatos costumbristas, de Blasco Ibañez, de Leopoldo Alas, Benito Pérez Galdós. Me ha evocado el ambiente del paseo del Espolón en Burgos y La Quinta…
Muchas gracias Paloma. La ciudad de Burgos es preciosa y da para muchas evocaciones. En mi relato he querido enganchar un poco más a la gente y de paso compartir con ellos un poco de historia de Calatayud. Ojalá mi estilo se pareciera al de Galdós o Blasco Ibáñez, con saber que a la gente le ha gustado me conformo. Un cordial saludo.