Todos tenemos muy claro, los que son de Calatayud y los que no, por donde pasa nuestro río Jalón. Muchos de nosotros hemos imaginado en sus riberas, al gran poeta romano Marcial, plasmando en sus poemas las excelencias de sus aguas. Su discurrir sereno e inconstante hace que en verano agradezcamos su frescor y en invierno nos encojamos al pasar cerca de su orilla; es en ese momento ,cuando nuestro río, se convierte en cuna de nieblas y escarchas. Pero ¿sabían ustedes que nuestros historiadores del siglo XIX sostenían que el Jalón, antiguamente, pasaba por la calle de San Miguel? sí, tanto Vicente de la Fuente como Felipe Eyaralar y Mariano del Cos, lo afirman en sus libros sobre Calatayud. ¿En qué se basaban?, pues en unos descubrimientos que se hicieron por aquel entonces en el también llamado barrio de la Salud (o de San Miguel), de unos restos fluviales en unas bodegas. Lástima que a día de hoy no se conserven restos de aquel hallazgo tan curioso. Según sostenían estos eruditos, el río atravesaba cerca de los cerros donde hoy se sitúa el castillo del Reloj, para continuar por las calle de marras, y salir por lo que hoy es Puerta de Zaragoza más o menos. Pero ¿en que bodegas exactamente pudieron verse esos vestigios de este antiguo curso del río Jalón? en las del Palacio de Catalán que es el mismo que vemos en la imagen. Calatayud, ciudad de bodegas sin fin llenas de leyendas y misterios, vive ajena totalmente a su patrimonio subterráneo, mucho de él, ya desaparecido. No sabemos si las de este bello caserón todavía se conservan, o conservan entre sus arcos más de esos peculiares restos fluviales de los que hablaba, pero lo que sí sabemos es que muchos de esos sótanos se han dejado cegar o destruir en fechas muy recientes. Una persona muy cercana me contaba que en su infancia, transcurrida en una casa de la castiza Plaza del Mercado, cuando bajaba a las bodegas, las muchachas contaban que, estas mismas, habían sido utilizadas por el contrabandista Juan Cobo para sus fechorías y sus escapadas y que nadie sabía en qué misterioso paraje terminaban. Hace poco comentaba en «petit comité» la rentabilidad turística que todavía existe bajo nuestros pies, qué pena tenerla desaprovechada, son tantas cosas…en la Sobresaliente estamos para dar ideas y subsanar olvidos