Yo desgraciadamente no conocí esa casa, al igual que muchas otras que ya se han perdido, pero sí que recuerdo la voz de mi padre contándonos cientos de anécdotas que nos hacían imaginar lo que se escondía tras los muros de una calle tan estrecha como aquella. Mi padre ya murió, por lo que no puedo especificaros de qué familia se trataba, pero lo más seguro que la capilla de marras era el oratorio particular de una casa en las que se celebraba culto en días especiales como el de nochebuena, en la que se reunía toda la familia, o con motivo de alguna primera Comunión; a estas alturas, con la casa ya demolida injustamente, podríamos imaginar un altar dorado o quizá una antigua talla procedente de una de nuestras iglesias desamortizadas, ahora sólo queda el recuerdo y unas casas de protección que se alzan ahora orgullosas sobre las cenizas de lo que fue algo bonito de nuestra ciudad.
En esa misma manzana de los pares de esa misma calle, se encontraba también el «bar la Madrileña» que sin duda tendría poco de bar y mucho de tasca y que yo conocí cerrado como el recuerdo de una calle que había perdido su gente, su vida y su memoria.
Ahora las cosas han cambiado, las casas impersonales sustituyen a lo que fue nuestro querido casco histórico igualándolo y haciendo que pierda su ancestral tipismo pero no todo va a ser negativo, la antigua calle de Terrer se ha llenado de vida y ahora la antigua tasca de la Madrileña tiene un justo competidor unos metros más arriba en forma de vistoso bar-restaurante, sirvan estas líneas de recuerdo de lo que fue.
Dedicado a una buena amiga que vive encimica de lo que acabo de contar y que siempre me preguntaba qué había debajo de su casa, pues, voilà!
Merecido recuerdo a otra de nuestras históricas calles.
Presumo de tener buena memoria en lo que a cosas de nuestro pueblo se refiere, pero lo de la capilla esta se me hab´´ia olvidado completamente, y leyendo tu blog ha venido a mi memoria ese corralon y esa capilla. Gracias