No me pregunten ustedes por do me hallaba cuando esto me ocurrió, sólo sé que en lugares muy escarpados y oscuros, un pasillo abandonado, polvo, telarañas… y de repente me encuentro con una monja benedictina de muy buena factura.
-¿Quién osa? me dice ella
-Hombre de paz
-Más tranquila me deja, que de un tiempo a esta parte ni gente de bien ni nadie viene a visitarme, sola estoy, yo que en tiempos presidia ceremonias y oraciones.
-¡Pero si es usted Santa Gertrudis la Magna!
-Mire hijo, prefiero decirle que me llamo Santa Gertrudis «la maña», oiga, que llevo viviendo aquí cerca de cuatrocientos años y soy una bilbilitana de pro de taller Calatayubí del XVII, ¿a que usted no puede presumir de tanto bilbilitanismo verdad?, pues yo he de decirle que sí aunque la presunción sea un gran pecado.Si quiere le cuento un poco las cosas que aquí han acaecido desde que estoy tirada en este desván.
-Cuente, cuente…
-No sé si sabrás que las primeras en abandonarnos fueron nuestras propias hermanas que hartas ya de inundaciones se fueron a vivir a otro monasterio ¿verdad? te estoy hablando, hijo, de hace cerca de cincuenta años, yo antes vivía feliz, en mi iglesia de nuestro padre San Benito de Nursia, platicando con mis hermanos y hermanas de religión, con santa Matilde, con San Mauro, con Santa Escolástica…bueno, las pechinas con los altares y viceversa y qué contarte de los diálogos con san Íñigo que ese sí que amaba a Calatayud con ese estofado tan elegante que lucía…pues bien llega el día en que las monjas ceden todos los bienes del templo a nuestro excelso ayuntamiento y de pronto empieza un trasiego de aquí para allá, primero al cuartel de la Guardia civil, como presas, y después a donde nos encontramos hartos ya de humedades y de abandonos porque si en un sitio se quiere y se respeta el patrimonio es en Calatayud y eso no me lo discuta.Pues bien, pasa el tiempo y nos enteramos que nuestro monasterio ha sido derruido y de lo que queda se ha hecho un hotel privado ¡y la iglesia restaurada! ¡qué regocijo!, nosotros nos decíamos, ésta es la nuestra, ¡por fin! pero nada más lejos de la realidad…los primeros en desaparecer San José, San Juan Bautista y Nuestra Señora con todos los angelitos y a donde los mandan, no se lo va a creer ¡a decorar la recepción y el comedor del hotel! eso se llama glamour hijo mío; ya eso nos olía mal porque vamos a ver que prefieran descubrir (mejor dicho recrear) un ventanal antes que colocar el altar mayor de una iglesia del siglo XVII dice mucho de como están las cosas ahí fuera.
-Siga, siga.
-Mira, que no me quiero alargar, pues bien, el siguiente en desaparecer de aquí es san Íñigo que a ese sí que le quieren en Calatayud oiga, y decimos, suerte tendrá nuestro hermano que vuelve al solar do nació, pues no, él sí que se va pero no a su elegante capilla si no a la puerta para recibir a las visitas ¿sabe usted? y el resto a la iglesia de san Pedro de los Francos, ya me dirá usted porqué; San Íñigo, por medio de alguna paloma despistada nos ha hecho llegar que por supuesto las cuatro santas benitas de la cúpula están pintadas del mismo color que la iglesia, es decir, fuera santas benitas, usted se figura, por el tema de la laicidad del espacio escénico.
Sorpresa nuestra que hace poco se llevan a nuestro padre San Benito en toda su gloria con más hermanos y hermanas y qué le voy a decir, que me quedo yo aquí más sola que la una, bueno, algún que otro santo oigo quejarse pero como comprenderá con lo obscuro pues no aprecio, ¿sabe lo que creo?, que esto tiene mal fin, vamos que yo y el resto les importamos un pimiento a todo el mundo ¿no estarían mejor las cosas donde han estado siempre y no decorando cada una a su antojo incluso cosas privadas?, pero ya ve, si en lugar de llevar un libro en la mano llevara un litro de calimotxo igual me sacaban detrás de san Roque, pero ya se sabe, cuanto menos sepa una mejor y ahora me explica usted ¡cómo me quito un libro pegado a mi mano hace cuatrocientos años!, vamos, que no hay manera, cuando yo era jovencica aprendí una frase que decía «Sed cultos para ser libres» pero ahora me he dado cuenta de que a todos los que nos gobiernan bien prefieren vernos beodos empinando un vino peleón que abriendo las hojas de un libro, se maneja mejor a un indefenso detrás de un bombo ¿no cree?…
Al cabo del tiempo desperté de ese sueño, nada de lo que había ocurrido era real ¿o sí? de algo sabrá si habla una doctora de la iglesia