Los bilbilitanos crecemos acostumbrados a la curiosa orografía de nuestra tierra tan variada en contrastes. Para nosotros, la caliza yerma de nuestros montes, las riberas cuajadas de frutales o el silencio de nuestro entorno, son habituales aspectos que para el visitante ávido de sensaciones y paisajes pintorescos, resultan impresionantes y únicos. Tanto es así que al pasear por nuestras calles, no percibimos uno de los aspectos urbanos que nos hace más auténticos: la curiosa sinuosidad de nuestras construcciones. ¿Alguien alguna vez se ha parado a preguntar cual es el edificio más fotografiado de nuestra plaza de España?, pues sí, están en lo cierto, el que sustenta en su fachada un mirador de exagerada pronunciación.
Las «casas torcidas» de Calatayud son el resultado de lo antiguo de nuestras cimentaciones, de un terreno yesoso muy proclive a deshacerse como un terrón de azúcar en cuanto el agua hace su aparición y…a un subsuelo plagado de misteriosas bodegas granadas de leyendas. Ya en la edad media se tenía constancia de la existencia de un oratorio subterráneo bajo la castiza calle de la Rúa.
No sólo las casas presentan estas expresivas inclinaciones; claustros como el de Santa María, la proverbial torre de San Pedro de los Francos, gran parte de nuestros palacios e incluso el interior de nuestros edificios ofrecen objetivos dignos de ser fotografiados por todo aquel que nos visita.
Si usted quiere disfrutar de Calatayud, no se pierda este detalle que nos hace únicos. Les prometo que los seguidores de sus instantáneas no quedaran defraudados.