Buenos días amigos de «La Sobresaliente». El principio de esta entrada , va a ser para todos una pura evocación, un fantástico y amable viaje en el tiempo. Me gustaría que todos cerráramos nuestros ojos en estos días de abril próximos a la Semana Santa y nos situáramos en un Calatayud distinto. Estamos a principios del siglo XIX. Nuestra ciudad ha sufrido la heridas de la invasión francesa y la vida vuelve a enseñorearse, aunque sea a duras penas, por calles y plazas. Es el mes de junio, es un día grande, se celebra en Calatayud el Corpus Christi, la gran fiesta que la iglesia católica dedica al Santísimo Sacramento. Los balcones se han vestido con colgaduras. De muchas ventanas cuelgan flores y el aroma de los pétalos de rosa preparados para recibir la procesión, parece embriagarlo todo. El barullo es grande y desde el comerciante hasta el labrador se preparan para un día grande. El cortejo, tras salir de la Colegiata de Santa María, discurre elegante y majestuoso por la calle Nueva. Son los últimos estertores de una sociedad barroca que se resiste a dejar de soñar. Gremios, gente devota, cofradías…cada uno de ellos con sus respectivos estandartes y banderas. El clero acude a la procesión con el vicario más antiguo de las parroquias de la ciudad, que son muchas, portando una capa. Si las cofradías acuden con sus respectivos patronos llevados en andas, el clero lleva a San Millán, patrón del arcedianado de Calatayud; a San Íñigo, patrón de la ciudad; a la antiquísima reliquia de la espina de Cristo que todavía es sacada en nuestra semana santa y que descansaba por aquel entonces en la iglesia de San Martín; y, como no, a la Vera Cruz. Pero entre todos hay un grupo de personas que hacen que la comitiva sea todavía más lucida: las órdenes religiosas, que por aquel entonces, poblaban también nuestra ciudad. Cada uno de ellos lleva en andas, sobre una peana, a los santos titulares de sus respectivos conventos. Algunos también a aquellos que el pueblo más reza, y que se encuentran dentro de sus templos. Los capuchinos llevan, como no, a San Serafín, no en vano la iglesia de estos pobres frailes, está dedicada a él. Los franciscanos a San Antonio que además tiene el mérito de ser valiosísimo pues se trata de una escultura de plata.
Los dominicos a Santo Domingo, su fundador. Los carmelitas descalzos a Santa Teresa y a San Juan de la Cruz reformadores de la orden del carmelo. Los mercedarios a San Pedro Nolasco y a San Ramón Nonato de gran culto entre los bilbilitanos. Los carmelitas a San Roque, recordemos que eran los encargados de acudir a su ermita en el día de su fiesta y poseían un altar de él en su iglesia. Y por último los agustinos que llevaban a Santa Mónica, madre de San Agustín, y a Santa Rita de Casia, también de mucho culto entre dicha orden y con altares dentro de su templo de la Correa. Pero abramos ya los ojos, el tiempo pasa y la desamortización obliga al cierre de los conventos de frailes. Todo este escenario barroco, poco a poco, tiende a desaparecer con el empuje de nuevos tiempos. La procesión del Corpus, con cierta majestuosidad, se mantendría hasta los años 20 del siglo XX, pero ¿qué pasó con todas esas efigies portadas por las órdenes religiosas ya desaparecidas?. Pues amigos, aquí llega el dato curioso pues muchas de ellas pasaron a engrosar la procesión del Santo Entierro, y otras, son objeto de devoción de muchos bilbilitanos como la de San Roque del que una fiel oyente me preguntaba el otro día su procedencia.
Leyendo detenidamente los libros que versan sobre la Semana Santa bilbilitana y preguntando a expertos en la materia, he querido llegar a una conclusión, quizá falta de una investigación documental que lo confirme, y es que muchas de estas esculturas de vestir fueron reutilizadas y hoy podemos verlas pasear nuevamente por nuestras calles pero con distinto atuendo y advocación. Así San Pedro Nolasco es hoy la imagen de vestir de San Pedro y el gallo y la de San Ramón pasó a ser San Juan evangelista (restaurado por Mariano Ballesteros, autor entre otros del criado de la Última Cena). Aparece documentado como un padre mercedario Joaquín Aramburo (de la Orden de la Merced cuyo convento estaba en la plaza del Fuerte) exclaustrado (es decir, ya fuera de la orden), dona dos cabezas una en el año 1848 y otra en 1849 para que sirvan para dicho fin. Pero no sólo serían éstos los únicos santos «remozados», también las santas
agustinas: Santa Rita y Santa Mónica, ocuparían hoy un lugar dentro de nuestra castiza procesión ataviadas como las «Marías» que acompañaban a Cristo en los días de su pasión y su Resurrección . Desde luego parece probable que esto sea así por que la que hoy es imagen de Santa María Cleofé, anteriormente lucía una espina sobre su frente. Esta espina es un atributo de dicha santa de devoción agustina, por lo que la teoría se fundamenta. Éstas últimas fueron restauradas por el imaginero José Alegre en 1846, a excepción de María Salomé (probable Santa Mónica), que era anteriormente una talla de la Verónica que se sacaba en andas aparte, siendo la original depositada en la iglesia de Cervera de la Cañada. Hasta el año 1993, estas imágenes que se procesionaban en sencillas peanas, con unos faroles sobrios, muy típicos de nuestra tradición aragonesa de la Semana Santa, pasaron a engrosar un único paso. Todavía recuerdo su andar tembloroso por las calles de nuestra ciudad antes de su definitiva «rodadura». Ahora podemos contemplarlas en el nuevo museo de la Semana Santa de la iglesia de Carmelitas descalzas de Calatayud.
Seguro que todos nosotros, cuando pase nuestra procesión del Santo Entierro por las calles de nuestra población, evocamos esa antigua que fue del Corpus, en una ciudad que, a pesar del tiempo y de los cambios, sigue teniendo ese encanto que la hace única. Conozca este rincón de Aragón, querrá repetir.
Bibliografía
- AREVALO BARRA, Pepe. Semana Santa en Calatayud. Calatayud?: s.e, 1995.
- RUBIO VERGARA, Mariano. Semana Santa bilbilitana: Pasión – Ramos, Procesión del Santo Entierro. Ed. Facsímil. Calatayud: Centro de estudios bilbilitanos, 1995.
Cada vez que leo algo en este blog aprendo algo nuevo de este mi CALATAYUD .Gracias !QUIERO MÁS !
Antonio, muchas gracias por tu comentario. En breve habrá nuevas sorpresas para los amantes de Calatayud. Un cordial saludo.