Los ensanches en las ciudades, cosa ya común desde el XVIII, parece que nunca terminan de pasar de moda. Si en principio, ya en época de la ilustración, se hicieron por salubridad y embellecimiento; llegados a estas alturas del siglo XXI habremos de proponer excusas menos manidas que las anteriormente expuestas para poder «ensanchar», a nuestras «anchas», el castigado entramado urbano.
Hoy en «La Sobresaliente» vamos a hablar de uno de esos espacios de Calatayud que recientemente han cambiado de fisonomía: el de la plaza de San Benito, pero no va a ser hablando del Monasterio que le da nombre, sino de dos casas que se situaban a su costado y que hoy no son sino un recuerdo vago para muchos de nosotros. ¿Por qué habría de defender la existencia de esos dos inmuebles si la reforma resultante no ha terminado siendo desafortunada?, pues porque, aunque parezca mentira, todo, en una ciudad como Calatayud, tenía una razón de ser. En primer lugar aclarar que estas dos casas eran testimonio de la configuración del conjunto fortificado de la población por el lado este. Y es que la muralla, por este flanco, estaba formada por las antiguas tapias del convento de San Benito y de San Francisco, la casa de los canónigos del Sepulcro y por estos modestos edificios que muchos hemos alcanzado a conocer. En segundo lugar porque, aunque hubiera desaparecido, sobre uno de estos edificios, apoyaba una de las entradas menores a la población: el postigo de San Benito, del que todavía se conservaban fotografías y que incluso podría haberse recuperado como bien propuso Agustín Sanmiguel en alguna de sus publicaciones. Y en tercer lugar porque existía una tradición que ha sido totalmente olvidada pero que don Vicente de la Fuente consigna en uno de sus primeros escritos, por la cual una de esas casas fue el lugar de nacimiento de San Íñigo. Yo sé que el dato resultará sorprendente para muchos curiosos de Calatayud, pero por lo que se ve, el edificio del convento de las Benitas, no era el único de los lugares barajados como cuna de nuestro santo patrón.
Mucho se ha escrito sobre la relación entre San Íñigo y Calatayud. La mayoría de testimonios sitúan su nacimiento en el barrio de los mozárabes de esta ciudad, sobre el año 1000. Y se amparan en la donación en 1148 de Ramón Berenguer IV al monasterio de San Salvador de Oña (lugar donde se encuentra enterrado nuestro patrón), del cenobio benedictino situado en estos lares y del cual todavía subsiste su iglesia. Los que tuvisteis la suerte de participar en «Un paseo de muerte», el pasado puente de Todos los Santos, organizado por la Asociación Torre Albarrana, os daríais cuenta de un dato curioso que resalto el cronista de aquel evento, el estudioso de Calatayud Pepe Arévalo; por el cual, las monjas que habitaban este convento, tenían como lugar cierto de nacimiento de San Íñigo, el claustro pequeño del monasterio (primitiva iglesia que hoy puede contemplarse situada integrada dentro del comedor del restaurante vecino), bajo un ventanal gótico que se ha perdido. Juan Bautista Dameto y otros biógrafos de este santo no especifican tanto el lugar exacto, pero por lo que se ve la tradición llevaba a situarlo a ambos extremos del ya desaparecido postigo de San Benito lo cual no deja de resultar curioso. Vicente de la Fuente también afirma que, al encontrarse ruinosas las primitivas casas donde, siempre según la tradición, se situaba el nacimiento de San Íñigo, procedieron a construirse unas nuevas en el año 1830, que quizá fueron las que llegamos a conocer muchos de nosotros.
Por lo que pueden ver «las casas viejas» de la plaza de San Benito, se llevaron entre sus ruinas una tradición ya olvidada de nuestra ciudad.
– FUENTE, Vicente de la. Historia de la siempre augusta y fidelísima ciudad de Calatayud. Calatayud, imprenta del diario, 1880. Ed. facsímil, dos tomos. Calatayud, CEB, 1988.
– GALINDO ANTÓN, José. «Algunas notas sobre el culto a San Íñigo en la ciudad de Calatayud», en IV encuentro de estudios bilbilitanos, II. Calatayud, CEB, 1997, pp. 491-504.
– DAMETO, Juan Bautista. Historia de San Íñigo abad del real Monasterio de San Salvador de Oña. Introducción y transcripción Francisco Javier Lorenzo de la Mata, José María Sánchez Robledo. Calatayud, Ayuntamiento de Calatayud, 2000.